El hígado es el órgano de los mil
metabolismos, llave de salud..
El hígado es la víscera más grande del
organismo, una de las más importantes por su actividad metabólica, se le
considera el órgano de los mil metabolismos por que fabrica proteínas, filtra toxinas,
produce elementos vitales para la sangre y elimina sustancias nocivas para la ella,
almacena vitaminas y glucógeno, es el productor de la bilis, regula el
metabolismo de las grasas, tiene capacidad de autorregenerarse… entre otras
múltiples funciones, por lo que si el hígado no funciona bien la calidad de
vida de la persona puede verse seriamente afectada.
Hígado graso (esteatosis hepática), es
una acumulación anormal de células grasas en el hígado (más de un 5% de su
peso), no suele presentar síntomas y se asocia a mala alimentación, produce hepatomegalia (aumento patológico del
tamaño del hígado) y si no se trata a tiempo podría dar lugar a hepatitis,
cirrosis o cáncer de hígado.
La causa de la acumulación de grasa en el
hígado no se conoce con certeza, pero existen diversos factores de riesgo como
obesidad, diabetes, hipertensión, triglicéridos altos, colesterol alto.. y es más
habitual en las mujeres, aunque cada vez se dan casos de hígado graso sin que
se den estos factores de riesgo.
Es una enfermedad silenciosa ya que normalmente
no presenta síntomas, puede que la persona sienta una ligera presión o dolor en
el abdomen, fatiga crónica o pesadez después de las comidas.
Un estudio norteamericano demostró que
las personas con hígado graso tienen una tasa de mortalidad más elevada que el común
de la población. Es la tercera enfermedad hepática más frecuente y si no se
trata adecuadamente puede tener graves complicaciones.
El hígado graso es consecuencia de malos hábitos
alimenticios, se da en personas que comen poco o nada en el desayuno, ya que se
levantan sin apetito pero por la tarde-noche padecen de ansiedad que les lleva
a comer sin control.
La alimentación tiene un papel primordial
en el tratamiento del hígado graso, es indispensable la pérdida de peso y
mejora de los hábitos alimenticios.
La dieta no debe exceder de las 1.200 a 1.500
calorías, se ha de aumentar el consumo de fibra y grasas omega 3 y evitar los
hidratos de carbono simple y grasas saturadas y eliminar completamente el
consumo de bebidas alcohólicas.
La pérdida de peso tiene que ser
progresiva, se han de evitar las pérdidas de peso rápidas ya que son un factor
de riesgo, tanto como las subidas y bajadas de peso en breves espacios de
tiempo.
Las grasas saturadas como las lácteas (leche
o quesos curados) deben evitarse, pueden sustituirse por yogur o kéfir, evitar también
las grasas animales y primar el consumo de proteína vegetal, para disminuir el
consumo de hidratos de carbono simple, podemos cambiar el azúcar por stevia.
Para aumentar la ingesta de fibra podemos
optar por vegetales y cereales integrales, gracias a los cuales se absorben menos
grasas y azucares de la dieta, además tienen efecto saciante.
Aumentando el consumo de pescado (principalmente
el azul), legumbres, semillas y frutos secos crudos, bajaran los niveles de colesterol.
Hay plantas muy eficaces a la hora de
limpiar el hígado como el Cardo Mariano (limpia, fortalece, protege y reconstituye),
la Silimarina es su principio activo, actúa como antioxidante y promueve el
crecimiento de nuevas células hepáticas, ayuda en la digestión de las grasas y
evita sustancias que puedan dañar el hígado; Diente de león, estimula la función
hepática y ayuda a la eliminación de toxinas
del cuerpo; Fumaria facilita la digestión; Alcachofera y Boldo,
facilitan la digestión y protegen el hígado.
Es conveniente evitar en la medida de lo posible
la ingesta de medicamentos, especialmente analgésicos, antiinflamatorios,
anticonceptivos...
El ejercicio físico es indispensable no
solo para perder peso sino para mantener el equilibrio metabólico.
EL hígado es un órgano tremendamente
importante, es imprescindible tratar cualquier alteración o disfunción. Una
buena forma de prevenir una mal función del hígado es hacer una limpieza hepática
al menos una vez al año, la época más apropiada es la primavera cuando
cambiamos a una alimentación menos grasa y realizamos más ejercicio físico, así
eliminamos la acumulación de toxinas invernales y es una gran ayuda para la normalización
de la función hepática.
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