Desde siempre el ser humano ha mantenido una relación de amor-odio con el sol que se ha acentuado en las últimas décadas.
Hasta hace
relativamente poco, la blancura de la piel marcaba el ideal de belleza y además
era señal de un alto estatus social, mientras que las pieles oscuras o bronceadas
se relacionaban con el trabajo en el campo o al aire libre, y por ello con un
menor nivel social.
A partir de
los años 60 las pieles bronceadas empezaron a salir en las páginas sociales y
se convirtieron en sinónimo de glamur y salud.
Estar
bronceado se convirtió en una conducta tan extendida, e incluso obsesiva en
algunos casos, que cuando se empezó a relacionar la exposición excesiva al sol
con un mayor riesgo de desarrollar ciertos tumores en la piel, apenas se prestó
atención a estos datos..
En la
actualidad, ya más concienciados del daño que el exceso de exposición solar
puede hacer a nuestra piel, cuando llega el verano se nos recuerda constantemente
lo peligroso que puede ser el sol, tanto por los problemas asociados a la piel como
los ocasionados por el aumento de la radiación solar, que unida a una mayor
exposición solar, puede ocasionar daños en los parpados, cataratas, retinitis o
quemaduras.
Sabemos que
la exposición excesiva al sol puede ser muy dañina… pero no podemos olvidar que
el sol es indispensable para la vida, no podemos obviar los efectos
beneficiosos que este tiene; la luz del sol penetra a través de los ojos por la
retina, llega al hipotálamo (región del cerebro más importante
para la coordinación de conductas esenciales, vinculadas al mantenimiento de la
especie; regula la liberación de hormonas de la hipófisis, mantiene la temperatura
corporal, y organiza conductas, como la alimentación, ingesta de líquidos,
apareamiento y agresión; es el regulador central de las funciones viscerales
autónomas y endócrinas) en la glándula pineal (órgano que sincroniza la liberación
de la hormona melatonina y otras todavía no estudiadas con las fases de
luz-oscuridad, es así considerado un transductor neuroendocrino y un «reloj
biológico») favorece
la formación de melatonina, hormona que contribuye al descanso y recuperación
del organismo, combate la inflamación, las infecciones, el cáncer y diferentes
trastornos autoinmunes. Hace que el cerebro fabrique serotonina, que es un
neurotransmisor que genera calma, bienestar y capacidad de concentración, a través
de la piel también puede generar serotonina y melatonina.
Es un gran aliado contra el insomnio, si se duerme
bien, se está bien durante el día, gracias a la luz solar se regula el ciclo
sueño-vigilia.
Con la luz
del sol se necesita un alimento más ligero y resulta más nutritivo y gracias a
ello puede ser menos copioso, es decir, también se regula el ciclo
hambre-saciedad; si se duerme bien, la sensación de hambre es menor.
El sol es la
mejor fuente de vitamina D, esta regula la absorción de calcio por los huesos y
asegura el crecimiento óseo. La formación de vitamina D, requiere
colesterol por lo que es un gran aliado en la reducción de los niveles altos de
colesterol malo.
La luz solar
es un excelente antidepresivo, analgésico, antibacteriano, regenerador celular,
antiinflamatorio y mejora la inmunidad y es una fuente imprescindible de calor
para asegurar la vida.
Los beneficios
del sol tomado regularmente y con prudencia son muchos: mejora el estado de
ánimo; los huesos y dientes se fortalecen gracias a la vitamina D que se activa
por los rayos solares y es fundamental para su mineralización; ayuda a prevenir
y mejorar el acné y la psoriasis; mejora las defensas, aumentando los glóbulos
blancos (primer escuadrón de defensa del organismo); reduce el colesterol, que
se metaboliza gracias a la luz del sol, además se hace más ejercicio en los
días soleados lo que disminuye la grasa corporal; la presión arterial se reduce
ya que se dilatan las arterias y se reducen las concentraciones de sangre en
los órganos; el corazón se contrae por
acción del calcio, cuando este es insuficiente las hormonas parotídeas
lo toman de los huesos para dárselo, una persona que toma el sol reduce los
niveles de estas hormonas y aumenta los de calcio; mejora la vida sexual ya que
aumenta los niveles de testosterona tanto en hombres como en mujeres y con ello
se eleva la libido; nos sentimos más despiertos ya que los rayos ultravioleta
regulan la producción de melatonina, que es la hormona que regula los ciclos de
sueño; la radiación solar promueve la síntesis de serotonina sustancia
relacionada con el bienestar que también contribuye a regular el sueño y la
conducta sexual; el sol es una protección natural frente a ciertos canceres,
tiene acción directa sobre algunas células y por efecto de la vitamina D
quienes toman el sol tienen menos incidencia de cáncer de mama y de colon.
Podemos
protegernos de los excesos de radiación solar con betacarotenos, vitamina C
y bioflavonoides, que se encuentran en frutas, verduras y hortalizas, el sol
también lo tomamos si comemos alimentos como los vegetales que crecen y se
desarrollan con sus radiaciones; tomar alimentos antioxidantes (como el Té
verde…) tienen efecto preventivo contra el cáncer de piel, también los
alimentos ricos en ácidos grasos insaturados (omegas 3, 6 y 9) como los frutos
secos, semillas…; alimentos ricos en
agua como los cereales integrales (de absorción lenta) que aportan el agua al
organismo durante el proceso digestivo.
Otros
alimentos pueden resultar nocivos e incrementar los efectos negativos del sol, son
los alimentos de digestión difícil como carnes rojas, embutidos, grasas… que se
deberían evitar; también las bebidas alcohólicas y el café actúan sobre el
cerebro disminuyendo la liberación de la hormona vasopresina que influye en una
menor concentración de la orina y una mayor necesidad de orinar, produciendo
una eliminación excesiva de líquidos necesarios para combatir los efectos
negativos de la exposición solar.
Para tomar
el sol de una forma poco dañina se deben evitar las horas en las que las radiaciones solares
son más fuertes, entre las 12h y 16h; nunca se debe tomar el sol sin protección
solar, es conveniente aplicarla media hora antes de tumbarse al sol, repetir la
aplicación constantemente y después de cada baño, protegerse la cabeza, e
ingerir líquidos, la exposición no debería ser superior a 15 minutos
continuados, alternar con baños y sombra.
Utiliza protección solar siempre, incluso en días nublados o invierno, así evitaras el envejecimiento prematuro de la piel.
Las personas
mayores deben tener una especial precaución, ya que su temperatura sube más
rápidamente y se puede producir un “golpe de calor”, por lo que necesitan
abundantes líquidos (agua, zumos, infusiones…) esto les ayudara a sudar más y
regular mejor su temperatura corporal.
Las algas
nutren, estimulan y revitalizan la piel son muy recomendables después de la
exposición al sol, ya que son grandes aliados en lesiones o enrojecimientos de
la piel.
Tomar el sol
durante unos 10 a 15 minutos diarios aporta grandes beneficios al organismo,
pero una exposición excesiva repercute en el envejecimiento cutáneo y puede
provocar serios daños.
El sol es siempre tu amigo.. evitar que se transforme en enemigo.. depende solo de ti..
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